Una fresca noche de Junio, yo sentado afuera de casa, tomando una copa de vino, esperando, mi esposa afanándose en la parte de atrás haciendo una deliciosa cena para quien casi fue su esposo (cuando nos separamos), yo pensando en las tonterías que podía permitirle, que me había convencido por minutos y ni tan convencido también.
Mi vida con ella se había caracterizado al principio por una felicidad temporal, aburrimiento sexual, fantasías, el despertar sexual de ella y después por una vida sexual nada aburrida, mi conservadurismo, se había destruido y me dejaba llevar por ella.
Habíamos regresado poco tiempo antes, nuestra separación nos había enseñado a valorarnos el uno al otro, haciendo nuestros lazos mucho mas fuertes ahora, a pesar de todo lo que pasaba, ella había estado comprometida y a punto de casarse con su compañero de trabajo, el cual estaba muy enamorado de ella, de muchos años antes, su nombre Joe, la quería desde que ella entro al trabajar en esa empresa, cuando aun éramos pareja, nuestra separación había sido una oportunidad para el que siempre estuvo ahí, que siempre la apoyo, cuando yo no lo hice.
Nuestro retorno, fue un terrible golpe para Joe (me dice mi esposa), le hizo mucho daño, cayó en una terrible depresión, causando en ella una culpa bastante fuerte, la cual no se cansaba de comentarme.